La Iglesia es el cuerpo de Cristo en la tierra, según lo afirma el apóstol Pablo en su carta a los efesios. Por lo tanto, este cuerpo requiere trabajar armónicamente para alcanzar su objetivo principal de predicación del evangelio.
Conscientes de esta necesidad, nuestra labor se basa fundamentalmente en los principios bíblicos y como una expresión de estos, tenemos unos Artículos de Fe que expresan nuestras convicciones espirituales.
Asimismo, contamos con Estatutos que nos permiten ser reconocidos como un cuerpo organizado ante las autoridades, y un Reglamento Interno que especifica la forma bíblica en que debemos llevar a cabo nuestro trabajo.
Además, existen Normas Disciplinarias que nos permiten corregir situaciones anómalas de carácter administrativo, ético, moral, familiar y doctrinal.